Cuento


LOS DERECHOS DE UNA MANO SINIESTRA

Hola amigos,
Soy la mano izquierda de un niño zurdo, soy una mano como cualquier otra, tengo cinco dedos con uñas, huellas digitales, palma y una muñeca que me ayuda también a jugar, mi mano izquierda es mi amiga inseparable, con ella juego constantemente haciendo movimientos para que Sebastián, el niño que me tiene a mí, como su mano izquierda, pueda agarrar objetos, tomar un vaso con agua o su chocolate por las noches antes de dormir. También gracias a mí y a mi compañera la mano derecha, el puede sostener el libro, que lee, todas las noches.
Puedo ayudarlo a escribir, dibujar, recortar y hacer manualidades como los papalotes que vuelan por el aire, esos, que con el simple soplido del viento, llegan a volar tan alto, que al voltear hacia abajo, pueden ver a las personas pequeñas.
Sebastián, es una persona muy especial, lo acompaño en los paseos por el zoológico, cuando acampamos en algún bosque él me cuida, me cobija dentro de un guante caliente para que yo y mi amiga la mano derecha, no tengamos frio y nosotras dos, lo ayudamos para recoger madera y prender una gran fogata.
Yo me considero una mano común, igual a la mano que vive frente a mí, la mano derecha, sin embargo en ocasiones pasan cosas raras, que no alcanzo a comprender, muchas veces, regañan a Sebastián, porque me utiliza para hacer sus labores en casa y tareas escolares.
Es por esa razón que hoy quiero platicarles todo lo que pasa en la vida de Sebastián por usar su mano izquierda. Así podre yo entender que sucede y ayudarlo para que juntos sigamos siendo amigos inseparables.
Por lo regular los fines de semana vamos todos a visitar a su abuela Rosa, una señora con pelo canoso, que prepara chocolate con churros para toda la familia, cuando estamos sentados en la mesa platicando, ella siempre saca a la conversación el porqué Sebastián, utiliza su mano izquierda, la Sra. Rosa dice frente a todos, que yo soy la mano del diablo, que soy una mano siniestra. Estos comentarios hacen sentir muy mal a Sebastián y también a mí.
En una ocasión escuche que la Sra. Rosa platicaba con la mamá de Sebastián y le decía que la mejor manera para que él, no escribiera conmigo, era amarrándome con una cinta por detrás de la espalda. A veces Sebastián después de ir a casa de su abuela, llega a su cuarto y cuando se queda solo, llora mucho y comienza a pegarme, me pellizca y me guarda dentro del bolsillo del pantalón, el siente que su abuela no lo quiere, como a los demás integrantes de la familia, porque él escribe con la mano izquierda.
Otro día, sucedió algo muy extraño; el primer día de clases, la mamá de Sebastián le dijo a la maestra, que él era zurdo, la maestra le contesto, que no se preocupara. Cuando se fue la mamá de Sebastián, la maestra comenzó a decirle que escribiera con mi amiga la mano derecha, que no utilizara la mano izquierda para nada, lo que ocasionó que Sebastián manchara mucho sus trabajos de clase y la maestra lo regañara frente a todos sus compañeros.
Así pasaron varios días, durante todo este tiempo a diario la maestra enviaba, en la libreta de tareas, recados diciendo que Sebastián no hacia sus trabajos limpios y que debía esforzarse más en hacerlos, La mamá de Sebastián, cada vez que recibía estos recados, lo castigaba y le gritaba que debía ser mejor estudiante.
Sebastián siempre ha sido un niño, cariñoso, juguetón y buen compañero, sin embargo desde hace tiempo, el ha estado triste, ya no juega con sus amigos, prefiere estar solo, porque se burlan de él y todos los días que se prepara para ir a dormir, se queda en su cuarto llorando y ha planeado como prender la estufa para colocarme sobre la flama y quemarme. Esto me da miedo. Yo soy su mano izquierda...

CONTINUARA......

Dentro del VI Congreso Resiliencia México 2010, Laila Yunes nos compartirá el final de este cuento que hizo para un Concurso de derechos humanos. Noviembre 25 de 2010, en CU.